El mataburros oficial, en su segunda acepción, nos dice que coherencia significa actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. También señala que su antónimo es, como todos sabemos, incoherencia.
Durante los últimos meses -estamos en marzo de 2024, en Argentina- he pensado bastante en estas dos palabras opuestas. Luego de rumiarlo lo suficiente (¿acaso es posible ponerle un punto final a esos pensamientos recurrentes?), concluyo en un interrogante que vuelve a activar algunos procesos de sinapsis en mi maltratado bocho: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente?
Quizás con un ejemplo pueda resumir en algo esto que deseo expresar: Una persona X llega a un puesto de poder en base a promesas delirantes e incoherentes con respecto al sentido común. Obtiene ese cargo gracias al apoyo de una limitada mayoría que, según lo que se puede apreciar, se han dejado convencer (quizás descreídos de las ofertas de otros postores al ¿trabajo?) de que la única forma de mejorar es empeorando. El individuo obtiene el puesto mediante nuevas incoherencias ya que convoca a otros candidatos al ¿trabajo?, a quienes días antes defenestraba. Esas ¿personas? no se preocupan por ello ya que su ambición desmedida puede más que cualquier tipo de ética. Desde el día uno de su (indi)gestión se dedica a lanzar una incoherencia tras otra (recordemos que eso es lo único que sabe hacer). Se dice, se desdice, amenaza, agrede, censura y todo en nombre de la libertad (nueva incoherencia).
Es en este punto de mi planteo que nace la pregunta que inició este escrito: ¿Existe coherencia en los dichos y acciones de un incoherente? A mi modo de ver, la coherencia de este incoherente es total, ya que propone constantemente incoherencias que, en el fondo de su ser, conforman su espíritu y, por lo tanto su coherencia.