Un bote

Ficción

Rodajas de vidas pasadas, esas mismas que no pudieron evitar sucumbir ante la zozobra, son las que me separan del río turbulento. Lo que fluye bajo el noble aislante implora para que penetre en su turbia inmensidad y exhale los últimos vestigios vitales. La brisa estival acompaña, en su soledad cotidiana, el sopor posterior al almuerzo. La tela que me cubre se desliza, deja la piel expuesta a los rayos del rey. La duda no encuentra espacio posible, mi cuerpo abandona la seguridad flotante, me sumerjo. Todo mi ser se dirige al encuentro de su destino: aprender a nadar no fue una de mis prioridades.