Sin dudas

Ficción

—¿Vos decís?

—Sí, yo digo.

—¿Estás seguro?

—Si lo digo es porque estoy seguro, de lo contrario no lo diría.

—Mirá vos, el señorito es don perfectito.

—¿Tanto te molesta?

—¿Que te hagas el que se las sabe todas? ¿O que creas que lo que creés es lo que es?

—Es lo que es, no tengo dudas.

—Mirá vos. Ahora sos perfecto al cuadrado.

—Cuadrado, cubo o redondel, ¿a quién le importa?

—A mí me importa, porque hace unos cuantos años que vivimos juntos.

—¿Y?

—¡Y eso! Escuchate. Una típica reacción tuya, hacer como que acá no pasó nada.

—¿Y que pasó?

—La vida, eso pasó. Dejá, ya fue. No tiene sentido.

—¿La vida?

—¿Qué preguntás?

—Si la vida es lo que no tuvo sentido.

—Vos.

—¿Yo, qué?

—Vos no tenés sentido.

—A veces no te entiendo.

—Eso no es nuevo, hace rato que no me entendés. Ni vos mismo te entendés. Creo que nunca me entendiste, que ni siquiera te interesó hacer el esfuerzo. Es más, creo que no sos capaz de esforzarte por nada, ni por nadie, y muchísimo menos entender. Seguí así. Ya es tarde.

—Así no sigo.

—¿Por qué no?

—Porque por más que desees que cambie de opinión, que vea las cosas a tu manera, que trate de entender tu postura, que me esfuerce, a esta sopa le sigue faltando sal.